El pasado día 8 se publicó la segunda parte de la autobiografía de Tiziano Ferro. Se llama L´amore é una cosa semplice y recoge sus diarios personales de los últimos dos años en los que su vida ha dado un giro radical.
Todo comenzó con la publicación de Trent´anni e una chiacchierata con papa (Treinta años y una charla con papá) donde el cantante italiano nos dejaba asomarnos a sus diarios personales desde los 15 años, cuando era un tímido gordito de provincia, con baja autoestima que soñaba con ser músico.
Durante esos 15 años Tiziano se hace mayor y su éxito como cantante crece a la misma velocidad que los problemas con su personalidad. El desprecio hacía sí mismo es inversamente proporcional a las pasiones que despierta como cantante y como el propio cantante explica, por desesperación decide contar su historia.

Lo último que escribe es lo primero que leemos, y desde donde comienza este segundo libro. El día después de cumplir 30 años, Tiziano comienza a ordenar su vida y decide hacer partícipe al mundo.
El resultado es un nuevo disco, de mismo título que el libro (a finales de febrero saldrá la versión española) que es ya un éxito en Italia, con canciones más solares, como él mismo lo define, y un nuevo Tiziano que sonríe más, al que le brillan los ojos, que ya no se esconde y habla de todo lo que ha pasado. Que por fin ha encontrado el amor que se merece.
En definitiva, este nuevo libro, continúa lo que dejó el anterior para contarnos el camino hacia lo que parece la felicidad, el camino para descubrir que el amor es una cosa simple.
Aquí os dejo el cómo empezó todo, el primer capítulo de Trent´anni e una chiacchierata con papa.
Martes 23 febrero 2010, 12.53
Vuelo Roma-Londres.
Estoy escribiendo la página más importante de este cuaderno comenzado hace tantos años para contener el mundo que tengo dentro, aquel de que no habría hablado nunca al mundo que está fuera.
Hace dos días he cumplido treinta años y creo que he movido el primer paso de amor hacia mí mismo. He hablado con mi padre.
No me avergüenzo de admitir haberlo hecho, probablemente por desesperación: lo importante era hacerlo.
Había venido a recogerme al aeropuerto. Llegaba de Milán junto a Andrea y después de haberle dejado a él en Aprilia, cuando papá y yo nos hemos quedado solos ha llegado la pregunta.
La más obvia, inocua, banal pregunta del mundo: ¿Cómo estás?
El “como estás" de quien se imagina la respuesta, pero espera y respetuosamente escucha.
Uno de esos “cómo estás” detrás de los que deberían irrumpir otras mil preguntas, mimetizadas por el tono dulce de quien te quiere realmente. Por la ternura de cuando dices mucho menos de lo que estás preguntando.
El tono era preocupado, circunspecto, como sospechoso, el tono de quien hace una pregunta potencialmente deflagrante. Y yo no he sido capaz de hacer como si nada y responder “bien”.
No he podido cambiar de tema deprisa, contar cómo estoy de contento de que el disco esté todavía en lo más alto en la clasificación, de la alegría de aquellos con los que hemos trabajado, de cómo será bonito volver a hacer conciertos en España y de cómo estoy ya pensando en un nuevo album y un tour por el mundo. No.
Quizás con treinta años el instinto de autoconservación se vuelve prepotente y el espíritu adolescente de autocompasión, por suerte se apaga. O quizás mis días de exilio-de mí mismo, del amor, de la vida-ya eran demasiados, y ese “cómo estás” había decretado el fin.
Me he mirado desde fuera y me he visto por eso que soy: un hombre solo en perenne conflicto con sigo mismo, que se condena por una culpa de la que siempre se ha hecho cargo, sofocando la duda de que no fuese suya. Porque no había modo, yo la veía realmente como una culpa.
Quién sabe cómo, por una vez , he sentido ternura en lugar de rencor hacía mí mismo.¿Qué Dios me ha concedido el milagro de no verme más como mi peor enemigo?
Creo que ha sido mi Dios, aquel al cual he rezado con fé durante años, a pesar del temor de que el primero que no me acepte por aquello que soy sea Él. El Dios que no he parado de interrogar, esforzándome por creer que -digan lo que digan los otros-Él ama a todos, siempre y como sea , victoriosos o perdedores, felices o desesperados.
El hecho es que Dios estaba conmigo en el momento en el que he confesado: “no puedo más”.
Ahora sé que ha sido el gesto de amor más grande que podía concederme, es verdad que el amor, trae amor.
Papá lo ha entendido , no ha sido necesario explicar nada. Me ha dicho que no debía tener más miedo, que tenía el derecho de estar bien y el deber de no permitirme lo contrario.
Y que aquel que me impida creer que no merezco ser feliz debe estar lejos de mí, porque quien odia tiene la obligación moral de esconderse no quien ama.
El amor llama al amor.En mis canciones lo he escrito siempre, sin embargo no me daba cuenta verdaderamente.
Es como si durante años le hubiese pedido a todos de amar y amarse incondicionalmente. Como si fuese una misión, como si esperara que lo lograran al menos los otros, no lográndolo yo. Y detrás de cada canción había una pequeña advertencia, el amor para no acabar mal,para no acabar solos, para no acabar como yo.
Debía de llegar a los treinta años para entenderlo,y ahora está tan así de claro.
Por la noche hemos celebrado mi cumpleaños. Había mucha gente y tenía ganas.
Había música , el karaoke, he hecho todo aquello que quería con quien quería y ya me parecía que miraba a todos con aire diferente.
No me interesaba ya que pensaban los otros de mí, mi padre me había dicho que aquel que me juzgue no merecía estarme, estarnos cerca, y yo me he dado cuenta que tenía razón.
¿Por qué giramos el mundo en busca de las respuestas que tenemos en la palma de la mano? ¿Por qué continuamos cambiando de casa, cuando “casa” es donde está quien te quiere?
Quizás porque el hombre es el animal más estúpido que existe , o simplemente el más frágil. O quizás porque es imposible evitar las subidas, los senderos más impracticables y los agujeros de nuestro camino.
Me siento tan diferente mientras escribo esta página. Por primera vez no cerraré el cuaderno deseando que nadie lo lea nunca. Por primera vez soy yo quien quiere hacérselo leer a todos.
Hoy quisiera decir a quien está mal que no tenga miedo, que busque con calma las respuestas en el pasado, pero sobre todo que busque la comprensión y el afecto de quien le quiere verdaderamente.
Hoy quisiera coger todo el dolor que he llevado dentro y contarlo a quien está solamente al incio de este camino y está sufriendo.
Les explicaría que se necesita tiempo y paciencia...y después más tiempo y todavía paciencia.
Porque no somos todos iguales, y está bien así, y cada uno va hacía delante a su manera, con sus tiempos y sus modos.
Es verdad, aprender a amarse es difícil, y esto es tanto.
Es necesario respetar el reloj del corazón, coger distancia, escuchar a la propia fragilidad. Es tan delicado el mundo que custodiamos: no se puede tener prisa.
Hay un recorrida que cumplir. Largo o corto que sea, debemos seguir las curvas , las subidas y los trazos más insidiosos, secundar el tiempo y el mutar de las estaciones. Y con cansancio, antes o después, algo sucederá.
No sabemos nunca cuanto falta para la llegada.
Puede ser cuestión de minutos, se pueden esperar lustros o se puede morir. Yo he tardado justo justo, treinta años y una charla con papá.
Todas las canciones del nuevo disco
aquí