Esta noche tenemos segundo programa de La Voz en una semana, con unas audiencias bajo mínimos. El talent show que busca la mejor garganta de nuestro pais agoniza en su enfrentamiento en la noche del lunes con la magistral El tiempo entre costuras. Su cambio a los miércoles sin embargo, no se corresponde con una huida a mejores posiciones de la parrilla, si no a una decisión más bien técnica. Las galas son en directo y el equipo necesita ensayar el día antes, por lo que se pasa a competir contra Top Chef, el heredero de la reciente pasión por la cocina televisada.
La segunda edición de La Voz es el claro ejemplo de que las segundas partes no son buenas, y de que explotar la gallina de los huevos de oro no siempre sale bien. Desde la primera audición a ciegas, La Voz ha ido perdiendo interés y son muchos los factores. Un formato, que una vez visto uno, es siempre igual, unos coaches que ya no conectan tanto con el público y a los que les falta el mejor, Melendi. El asturiano ha sabido hacer una retirada a tiempo cuando estaba en la cumbre de su popularidad, aunque se ha cambiado al proyecto de TVE, Generación Rock, que será muy entrañable, pero que tampoco ha conseguido enganchar a la audiencia.
Otro problemilla de esta edición son unos asesores sosísimos que no aportan nada y la base de todo concurso, que son los participantes, y que en este caso no provocan ninguna emoción al espectador. No hay voces pecualiares ni carismáticas, ni nadie que tenga un claro camino hacia el éxito musical, o por lo menos eso parece.
Aun así, queda la recta final del programa y todavía puede remontar, aunque sea gracias a sus estrellas invitadas como Pablo Alborán, Alejandro Sanz, One Direction o Ricky Martin. Por lo menos podremos escuchar música en directo en televisión que siempre se agradece.
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