Yo no entiendo nada de fútbol, así que no voy a hablar de cosas que no sé.A veces sé poco e invento, pero con esto no me atrevo.
No entiendo de fútbol, pero me gustan las historias.Las de personas normales y corrientes.
Hoy la portada de muchos periódicos la ocupa una de esas personas normales.Alguien que se ha convertido en el héroe de todo un pueblo, que muchos no sabíamos situar en el mapa, y también en el de otras muchas personas que como a mí les gustan las historias con finales felices.
Del fútbol se puede decir muchas cosas y una de ellas es que levanta pasiones y durante un tiempo puede hacer felices a las personas.Y hoy hay un pueblo en España que está muy feliz.
Hoy es una de las pocas veces que se habla de esa otra cara del fútbol, la que no mueve millones de euros, en la que sus jugadores no son millonarios despilfarradores que viven en mansiones si no de otros que juegan solo por pasión.
Se habla de los equipos pequeños, incluso diminutos, siempre a la sombra de los grandes.Pero ayer uno de esos ignorados equipos con una de esas personas normales al frente dió un golpe sobre la mesa y nos hizo creer que si se puede y que a veces los sueños se cumplen.
Ayer el Mirandés, un equipo de Segunda B se clasificó para las semifinales de la Copa del Rey en el minuto 92 capitaneado por un empleado de la banca que esta mañana ha madrugado para ir a trabajar a su sucursal como cualquier día.
Ayer David le ganó a Goliat y le dió alas a todos aquellos que siguen creyendo en los imposibles.
A mí me hizo pensar en que las personas corrientes a veces se convierten en extraordinarias y que las historias normales se transforman en verdaderas épicas con apoteosis final.
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